¿Cómo salvar el Patrimonio Histórico cuando es demolido ante tus ojos?
A lo largo de las décadas, la conservación del patrimonio ha sido polémica. Cuando no ocupamos el tema desde el abandono de ciertas construcciones, es por malas intervenciones restauradoras en ellas, poco aceptadas por la población. Pero… ¿Qué ocurre cuando un edificio patrimonial es simplemente demolido, ignorando la opinión de sus habitantes, las propuestas de arquitectos, y la difusión de los medios de comunicación?
Hoy os traemos un ejemplo dramático, que nos llega desde la pequeña ciudad de Almería (Andalucía, España). Este edificio que ven en la imagen se construyó en los años 70 como parte del gran desarrollo minero que vivió la provincia. Los periódicos de la época publicaban orgullosos “el nuevo proyecto representa, además de una incuestionable mejora estética y urbanística, la solución tanto tiempo esperada al problema del mineral en la ciudad”.
A día de hoy nadie duda dicho valor, al que ya se le suma el histórico y patrimonial (informe sobre el valor patrimonial aquí), pero sobre todo, el sentimental. La vida de todos los habitantes de la ciudad está atada a recuerdos de infancia cruzando el puente del ferrocarril para caminar hacia la playa y visitar el gran Silo del mineral, conocido por todos como “El Toblerone” en honor a la forma de la famosa chocolatina.
Este rojizo y oxidado hito de la ciudad lleva años gritando a través de sus habitantes que sea convertido en un espacio para el arte y la cultura en la ciudad. Por desgracia, esas peticiones han sido ignoradas, y hoy se están ahogando en la nube de polvo tóxico de su demolición.
El edificio está incluido en el catálogo de patrimonio industrial, pero nunca se ha conseguido que lo reconozcan como BIC (Bien de Interés Cultural) . El Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, de la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, lo incluye así entre sus bienes patrimoniales:
“El silo de la Compañía Andaluza de Minas está compuesto por cinco elementos: la nave principal como elemento más singular del conjunto, las dos torres de conexiones, el edificio de acceso y la tolva. […]
La nave tiene unas dimensiones aproximadas de 43,5 metros de ancho, 230 metros de largo y 40 metros de altura total. Esta altura total corresponde a la suma de la altura aproximada de la estructura de hormigón de 6 metros y la altura de la cumbrera de la cubierta de 34 metros.
Esta cubierta deja entrar la luz a través de un cambio de sección de los vanos centrales de cada módulo, a excepción de nuevo de los módulos extremos cuyo cambio de sección se encuentra situado en el vano contiguo al último vano. De esta manera, la cubierta triangular se escalona cambiando la altura general de 34 metros por la altura aproximada de 30 metros en el vano central de cada módulo, donde se sitúan, en la cara Norte, los lucernarios.
[…] Las molestias provocadas por el polvo de mineral en el barrio de Ciudad Jardín provocaron que a mediados de los años 70 se acometiera la construcción del silo de la Compañía Andaluza de Minas. Las instalaciones estuvieron en funcionamiento hasta el año 1996 cuando cesó la actividad en las explotaciones mineras.”
Hace dos días, las amarillas máquinas comenzaron a desmantelar este monumento, ante las lágrimas de los habitantes de Almería, ya expulsados del área cercana al edificio, y con la prohibición de reunirse para buscar una solución y frenar la obra. Este terreno, propiedad mixta pública-privada, y en suelo urbanizable, situado entre el paseo marítimo y las vías del tren, forma parte de un plan que soterrará las vías del tren y creará espacios públicos anexos.
La propuesta inicial para dicho plan se aprobó en 2010. Curiosamente, el proyecto ganador incluía la demolición del patrimonial edificio, justificándola por el límite físico que significaba para la ciudad, como una barrera que impedía ver el mar. En su lugar, se situarían torres de viviendas. Las alegaciones no se hicieron esperar. De nuevo, ignoradas.
En 2012, el proceso ya era difícil de frenar (aprobación definitiva aquí), y así se anunciaba en los periódicos locales:
“El Toblerone dará paso a bloques de pisos de entre 12 y 14 plantas. Fomento ha aprobado el plan especial del soterramiento que permite desmantelar la pintoresca nave para una edificabilidad de 75.000 metros cuadrados”
[…] ya están en marcha para que el Toblerone, esa pintoresca nave industrial ubicada frente a la estación de Renfe que almacenaba el mineral procedente de las minas de Alquife, pase a la historia para acoger viviendas. […] será en la pastilla que ocupa el Toblerone -de casi 13.000 metros cuadrados- donde se concentrará la mayor edificabilidad del terreno, en torno a 80.000 metros cuadrados repartidos en edificios de entre 12 y 14 plantas. Y habrá también zonas verdes y suelo para terciario en el terreno de los antiguos talleres.
[…] No en vano, justificó, «es un modelo sostenible y lo que hoy en día aconsejan los urbanistas para hacer ciudad». […] «un importante paso para el desarrollo de la ciudad», así como «una ambiciosa operación urbanística demandada por los ciudadanos de esta ciudad que permitirá la liberación del suelo que actualmente ocupa el edificio del Toblerone y pueda desarrollarse todo el suelo destinado a zona verde, residencial y terciario». [Diario El Ideal. Abril 2012]
Recordemos que estamos hablando de España, un país en el que existen a día de hoy 3,44 millones de viviendas vacías, y donde la especulación con el suelo y la construcción desproporcionada han hundido a todos en la mayor crisis de la historia. Un país donde las familias son expulsadas de sus casas por impago de las hipotecas, donde los arquitectos emigran por falta de trabajo que esa misma burbuja inmobiliaria propició.
Edificios como éste, cargados de historia de una ciudad que fue, son el último aliento identitario que queda, tras haber llevado una actividad de demolición y construcción frenética durante años, que trató incluso de deshacerse de monumentos hoy venerados como el Cable Inglés construido por la escuela de Eiffel, o la antigua estación de trenes del año 1893. Ambos mantenidos por la lucha popular. Hoy admirados.
Y nos preguntamos… ¿Cómo podemos salvar nuestras ciudades? ¿Hasta qué punto se puede luchar por conservar nuestro patrimonio? Desde el momento en que se conoció la noticia del plan de Soterramiento, numerosas propuestas culturales empezaron a surgir, incluidos proyectos participantes en la XI BEAU (Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo). Nada se consiguió.
Hoy cae bajo las garras metálicas de las máquinas, sus hierros crujen, se lamentan, y el polvo tóxico del mineral que provocó el cese de la actividad en 1996 vuela por el aire, causando problemas respiratorios a los vecinos que ya están empezando protestas paralelas por su propia salud.
Desde aquí os vamos a dejar el elenco de acciones que se están llevando a cabo en este momento, tanto a nivel local (asambleas, ruedas de prensa, cadenas humanas, luchas locales ), como online, en las que podéis participar todos (petición en change.org, denuncias al defensor del pueblo …)
El valor de la arquitectura es una línea recta, cargada de historias acumuladas en las paredes, en sus sombras, en lo que fue… pero también, en lo que puede llegar a ser. Las ciudades las hacen sus habitantes, y cómo ocupan los espacios. En el Toblerone, hay mucho espacio que ocupar, mucha creatividad que desplegar, y sobre todo, mucha energía acumulada durante años de anhelos. El tiempo se agotó y, como dicen las voces que nos llegan desde Almería, “es ahora, o ya nunca”. Salva al Toblerone.