-
Arquitectos: Sixto Marin Gavin
- Área: 100 m²
- Año: 2011
-
Fotografías:Pedro Pegenaute
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Nueno es un municipio de la provincia de Huesca, situado a 16 km al norte de la capital, que presenta una notable complejidad: el término municipal incluye 7 núcleos (incluido Sabayes); su superficie es de 14.724 hectáreas con una altitud que varía de los 600mts a los 1600mts.
El solar elegido para la intervención se sitúa junto a la pedanía de Sabayés, por su situación elevada y su céntrica posición entre la mayoría de núcleos del municipio. El campo sobre el que se ha trabajado se encuentra junto a la ermita de la Virgen del Patrocinio a los pies del Salto de Roldan.
El programa de la intervención se articula en dos partes: por un lado el edificio, que ha de albergar los contenidos expositivos y, por otro, un jardín, vinculado al primero, en el que se prevé recrear los distintos ecosistemas del municipio. La voluntad del Ayuntamiento es hacer de este entorno algo más que un Centro de interpretación: algo dinámico, vinculado a la pedagogía, al trabajo intelectual, a la investigación y al pensamiento.
La ermita situada en el linde norte del emplazamiento estuvo presente en el proyecto desde los primeros croquis pero fue la obligada alusión al medio la que acabo forjando su personalidad. Nuestro centro de interpretación se plantea como un volumen similar al de la ermita mientras, el tamaño de los huecos y el gunitado con hormigón tintado de todas las caras lo convierten, frente a esta, en un volumen abstracto, una roca desprendida del Salto del Roldan a la que el paso del tiempo y la acción del hombre han dado forma. De este modo, el diálogo volumétrico con la ermita y matérico con el territorio le permiten relacionarse a todos los niveles con su entorno.
Los materiales elegidos, como el hormigón tintado gunitado o el acero cortén, establecen un segundo nivel de relación con el paisaje, en tanto en cuanto su cambio con el paso del tiempo será muy pronto evidente. Las diferentes orientaciones o exposición a los fenómenos meteorológicos dibujarán un edificio cambiante y lleno de matices.
El interior se presenta como un espacio único en el que la geometría de los planos de techo se ajusta para componer un gran lucernario, en el que los planos no llegan a tocar las paredes. El encuentro del mismo con los planos verticales se articula a través de líneas de iluminación artificial.
En la parte baja, en un paño de pared vertical continua hasta la cota 2,40, se reserva la superficie para los contenidos expositivos, las aperturas al exterior o las cajas de madera encargadas de alojar el aseo, armarios o instalaciones. Así, al desmaterializar el conjunto de los planos del techo y concentrar los espacios expositivos en la base de las paredes, se pretende concentrar la atención sobre los contenidos, ensalzando la iluminación natural y, sobre todo, enriqueciendo la experiencia espacial del visitante.