Por Andrés Briceño
He tenido la oportunidad de adquirir un libro excelente, editado entre los años 2007- 08, y ya sólo en una simple ojeada, se puede inferir en una serie de reflexiones bastante intensas acerca del rol del arquitecto en la actualidad y en el futuro inmediato, todo esto, a través de cifras absolutamente inquietantes y asombrosas acerca del fenómeno urbano a nivel mundial. El libro es; THE ENDELESS CITY, de los autores Ricky Burdett y Deyan Sudjic, el cuál expone con mucha contundencia la información que el URBAN AGE PROJECT, de la London School of Economics y el Deutshe Bank´s Alfred Herrhausen Society, ha recogido a lo largo de una serie de conferencias y estudios en las más representativas ciudades del mundo para comprender los fenómenos del explosivo crecimiento urbano.
Quisiera antes de plantear el argumento y la reflexión de este escrito, indicar algunas de las sugerentes cifras del mencionado libro: - En 1900, el 10% de la población mundial vivía en las ciudades - En 2007, el 50% de la población mundial vivía en las ciudades - En 2050, el 75% de la población mundial vivirá en las ciudades - Cada HORA llegan a vivir en:
BERLIN +- 0 personas CIUDAD DE MÉXICO + 23 personas SAO PAULO +24 personas SHANGHAI +32 personas DHAKA (Bangladesh) +50 personas LAGOS (Nigeria) +58 personas
- En Shanghai, en el año 1980, habían 121 edificios sobre 8 pisos, en el 2005 ya había 10.045 edificios de las mismas características - En Londres, el 38% de los nuevos residentes en el año 1992 eran extranjeros, en el año 2001 equivalían ya al 56%.
Estos asombrosos datos han ocurrido a lo largo de poco más de 100 años, por lo que es un deber profesional y académico entonces, comprender el significado del cambio mundial que se esta desarrollando de manera tan vertiginosa en el concepto urbano.
La presión que están ejerciendo estas masas migratorias por acceder a las mayores oportunidades que otorga la vida urbana, nos indica con claridad, la vital necesidad de buscar soluciones creativas y eficientes en donde el diseño formal sea una herramienta de gestión social para responder de manera efectiva a este evidente apremio mundial. Bajo ese criterio, el sentido académico en el cuál están circunscritas las 44 escuelas de arquitectura en el país, deberá enfrentar este dilema dejando de lado las persecuciones formales que se sustentan bajo conceptos creados por si mismos y que están sumidos en un velo que impide ver la contundente realidad social.
Por otra parte, profesionalmente los arquitectos convivimos en un país que tiene poco más de 16 millones de personas; abrir la ventana entonces a nuevos horizontes, es un gesto oportuno y sano para buscar nuevas oportunidades para desarrollarse como arquitectos que comprenden la naturaleza de este fenómeno urbano vertiginoso.
Ortega y Gasset decía que un edificio era “un gran gesto social” (( Ortega y Gasset, José, “obras completas”, tomo 9, Editorial alianza, Madrid, España, 1983.)) , por lo que considero que liberarse de los egos formales, es una responsabilidad que debemos asumir los arquitectos para comprender la real oportunidad que sugieren estas impactantes cifras del crecimiento urbano mundial.
Si queremos que el famoso “rol” del arquitecto en la sociedad se alinee con la realidad, con los problemas reales de las masas, y no seamos vistos como profesionales de la moda y sumidos en problemas propios, entonces creo que debemos mirar esta realidad de frente, buscando soluciones para las preguntas más complejas que plantea nuestra planetaria ubicuidad, evitando reducir la discusión sólo en aspectos que persiguen a la forma como objetivo único. No es hacer una negación a la forma, sino que reorientarla. Ya hay algunos que están en esa línea, por lo que caminos ya hay trazados.