Arquitectos: Marià Castelló, Daniel Redolat Ubicación: Formentera, España Project Architects: Marià Castelló, Daniel Redolat Año Proyecto: 2008 Fotografías: Estudi Es Pujol de s’Era
Área Proyecto: 595.3 m2 Collaborators: Marga Ferrer, Agustí Yern, Albert Yern, Sonia Iben Jellal, Ferran Juan, Javier Colomar Constructor: Construcciones Pep Sala S.L.
La intervención se emplaza en una parcela de naturaleza rústica de 19.060 m2 de superficie que pertenece la venda del Cap de Barbaria, en la zona oeste de la isla de Formentera. Las preexistencias más significativas que se han mantenido y potenciado mediante el proyecto son un pequeño bosque de pinos y sabinas ubicado en la zona de poniente de la finca, así como la casa vieja de Can Manuel de’n Corda, que responde al esquema tipo de la arquitectura popular doméstica desarrollada en Formentera entre finales del siglo XVIII y mediados del siglo XIX. La volumetría sencilla del cuerpo principal con cubierta inclinada a dos aguas y orientación sureste, así como su arraigo en el paisaje a través de los muros de piedra seca de factura tradicional, ponen de manifiesto la vinculación de esta tipología de edificación con las explotaciones agrícolas junto a las que se encontraban.
El extenso programa funcional que condicionaba la obra ha sido dispuesto de manera que, aunque agota los parámetros urbanísticos permitidos por el planeamiento vigente, éste desvirtúe en el menor grado posible la casa preexistente y, paralelamente, disponga su volumetría de forma que tenga la menor presencia posible desde el frágil entorno inmediato. Esto ha sido posible gracias al uso de una volumetría fragmentada en planta baja en disposición no ortogonal, decalada en sección media planta respecto al nivel de la casa payesa, adaptándose a la topografía, así como manteniendo intactas las fachadas más características de este modelo arquitectónico (fachadas sureste y noroeste, donde se encontraban todas las aberturas originales). De esta manera se recurre a los testeros que en origen eran ciegos (fachadas noreste y suroeste) para realizar las conexiones a las piezas de nueva creación, así como para materializar las nuevas oberturas que permitan un mejor aprovechamiento de la luz natural.
A pesar de que se ha mantenido el acceso principal a la vivienda con su orientación sureste, a nivel estratégico la nueva vivienda da la espalda al camino con el que limita la parcela por el lado de levante, pues es bastante transitado. De este modo la ampliación de la vivienda busca las mejores visuales hacia el noroeste, desde donde se divisa el islote de Es Vedrà, que tanto caracteriza el skyline meridional de la vecina isla de Ibiza.
En la casa original se han mantenido las estancias de carácter público (estar, comedor, cocina y terrazas), mientras que en la planta baja de la ampliación se han concentrado los dormitorios y en la planta sótano estancias de servicio (lavandería, bodega, despensa, etc…) y recintos técnicos.
De la volumetría de la ampliación destacan las visuales que atraviesan la edificación a través de los intersticios entre los diferentes módulos de geometría ortogonal que configuran las 4 habitaciones con baño de la planta baja. De estos intersticios el más importante es la transparencia que existe en el contacto entre la ampliación y la vivienda tradicional. Este contacto sutil ayuda a clarificar los límites de cada edificación.
Los citados intersticios transversales se reproducen en la planta sótano, generando patios de iluminación y ventilación que dan calidez a las estancias inferiores a la vez que transforman la manera de relacionarse con el entorno.
La cubierta plana de la ampliación es practicable en un solo punto como solárium-mirador desde una escalera exterior.
A nivel material, la propuesta se ha formalizado con una reducida paleta de materiales. Destaca el espacio interior de la vivienda tradicional, donde se han mantenido vistos los cerramientos originales de piedra del lugar tomada con mortero de cal, revestidos parcialmente por una nueva envolvente de paneles verticales que alojan las instalaciones y la iluminación indirecta en el espacio de 5 centímetros que los separa.
En la planta baja, los pavimentos interiores y exteriores en terrazas son de hormigón pulido, cuyas juntas de dilatación responden a las directrices de organización de los diferentes módulos, oberturas, mobiliario de obra, etc.
La carpintería exterior es de madera maciza de iroko, al igual que las vigas del fojado de la casa tradicional. La carpintería interior es de tablero de DM hidrófugo lacado en blanco.
En el estar se ha ejecutado una nueva chimenea mediante chapa de acero de 10 mm de espesor. La cocina y los baños se han revestido con microcemento de acabado similar al pavimento. Los muebles bajos de la cocina se han ejecutado con tablero marino revestido con madera de iroko, mientras que el estante intermedio que conecta con el módulo de la campana es de tablero DM lacado en blanco.
En la zona de la ampliación, los forjados inclinados de las habitaciones se han dejado sin revestir, en hormigón visto. También en los dormitorios, las camas, cabezales y armarios se han ejecutado en obra, como una parte más de la arquitectura.
Las pérgolas exteriores son de estructura de acero lacada en blanco con plementería de caña que tamizan la luz natural.
El vaso de la piscina está revestido con microcemento de acabado muy similar al de los baños y cocina. La tarima que rodea la piscina es de madera de iroko.
En la planta sótano, el pavimento es de piedra caliza natural “capri”, colocada a 1/3 según las diferentes directrices de los módulos de las habitaciones.
Los patios de iluminación de la planta sótano, así como las cubiertas planas no practicables están acabados con grava ocre obtenida de triturar piedra caliza local.
La selección de mobiliario incluye clásicos del diseño mediterráneo como los sillones Torres Clavé ó la luminaria Cesta de Miquel Milà, del mismo modo que sillas tradicionales de esparto realizadas por artesanos locales y mobiliario diseñado a medida realizado mayormente en madera de iroko con acabado natural.
La adaptación de la topografía para generar los accesos, contención de tierras así como jardineras, se ha realizado con chapas de acero corten de 10 mm de espesor.
A pesar de haber conservado una parte importante de la vegetación preexistente en la zona de la intervención, se ha cicatrizado la herida en el territorio generada durante el proceso de obra mediante vegetación autóctona, que necesita de poco mantenimiento.